Viviré en tu memoria - Capítulo 3
***
Finalmente
se quedaron hasta que la fiesta terminó. Kid perdió una apuesta contra Sanji y
terminó lavando los platos en compañía de Luffy, lo que se transformó, como
todo lo que hacían juntos, en una competencia.
Sabo
y Ace decidieron apostar por quién ganaría esta vez, y se dieron a la tarea de
supervisar, y animar, a su respectivo “favorito”.
Los
primeros en irse fueron Sanji y Pudding, para cumplir con el horario que le
informaron a Chiffon. Nami se retiró en compañía de Usopp, Brook y Chopper, el
último, cómo chófer designado, les pasó a dejar a sus respectivos hogares.
La
temperatura había descendido un poco, así que trasladaron la velada a la sala de
la estancia. Law se sentó en un sofá individual y soltó un suspiro. Realmente
esperaba que la competencia de lavar platos no terminara en un desastre, como
había sido el final de muchas otras competencias entre esos dos.
—Ellos
son siempre tan animados —dijo Koala mirando entretenida hacia a la cocina.
—Todo
lo hacen una competencia —se recargó en el respaldo del sofá y reposó un poco
sus ojos cerrando los parpados, comenzaba a sentir el cansancio sobre sus
hombros.
—Trafalgar,
te vez algo pálido —habló Hancock con algo de preocupación—, ¿Deseas recostarte
un momento para descansar?
Abrió
sus ojos y le regaló una sonrisa a la anfitriona —muchas gracias por tu
gentileza, Hancock, pero no es necesario. Estoy bien, sólo algo…. Agotado—, se
llevó una mano a la boca para cubrir un bostezo —oh cielos, perdón.
—Tranquilo,
no hay problema —respondió Hancock mientras cruzaba sus largas y contorneadas
piernas, con la majestuosidad desbordante que la caracterizaba—, es entendible,
tu trabajo es agotador. Y, por otro lado, están tus problemas de salud.
—Cierto
—agregó Koala—, ¿fue por eso que casi no comiste hoy? Pobre Sanji por poco y le
da un infarto cuando fue regañado por Pudding —los presentes comenzaron a reír
al recordar el momento—, a todo esto —continuó—, ¿Qué es lo que tienes?
Y
ahí estaba la pregunta que había intentado evitar.
Instintivamente
su mirada se desvió hacia Marco, quien asintió al notar el conflicto interno
que le embargaba. Tragó saliva y volvió a mirar a Koala —la verdad es que aún
no lo sé—, respondió tratando de sonar normal para no incentivar la curiosidad —todavía
debo realizarme algunos exámenes, así que…—, alzó los hombros para restándole
importancia —aún no tengo un diagnóstico.
—Pero
ustedes son médicos, deben tener alguna idea de lo que puede ser… ¿o no?
—preguntó aun risueña.
—Eh…,
no, no es… —Respiró para tratar de aclararse y su sonrisa terminó por diluirse
al no lograrlo, se sentía un completo idiota al no poder formular una simple
respuesta. “Sólo tengo un virus estomacal”, ¿por qué no podía dar una respuesta
como esa? ¿por qué las palabras no salían de su boca?
—Oh
no… —se lamentó Koala—, lo siento, estoy siendo impertinente ¿verdad? No
quieres hablar de esto con nosotros. Oh Law, lo siento tanto.
—No,
no es que no quiera hablar de esto con ustedes, es…
—No
quiere que se preocupen —soltó Kid sentándose en el antebrazo del mismo sofá
que él estaba ocupando. Acarició su cabello con ternura y le dio una sonrisa—.
Pero se están preocupando de todas formas. Deberías decirles —le aconsejó.
Meditó
unos segundos las posibilidades y soltó un suspiro cansino. Kid tenía razón, no
había motivo para ocultar la información, ellos eran sus amigos, más temprano
que tarde se enterarían de todo. Y si la suerte estaba de su lado, y los
resultados de los próximos exámenes salían bien, se sentirían tan aliviados
como él de saber que todo fue una falsa alarma.
—Hace
algunos días comencé a sentirme mal, el malestar fue en aumento, así que
Marco-ya me obligó a hacerme algunos exámenes…
—¿Te
obligó? ¿cómo que te obligó? yo no sabía esa parte —saltó Kid interrumpiendo su
relato. Y él le recriminó la interrupción con la mirada.
—Es
una forma de decir, Eustass-yoi —intervino Marco para que Law no se desviara
del tema.
—En
fin —prosiguió—, hasta el momento todo apunta a que tengo Leucemia y el día
lunes en la mañana me haré los exámenes que faltan para confirmar, o descartar…
realmente espero que sea para descartar.
El
silencio se hizo pesado en el salón.
—¿Qué
es Lucemia? —preguntó Luffy despreocupadamente mientras se echaba un trozo de
carne a la boca.
—Leucemia,
Luffy —le corrigió Sabo—, es cáncer a la sangre.
—¿Cáncer?
—preguntó Luffy algo pensativo. Tardó unos segundos en tomar el peso de la palabra.
Pero cuando lo hizo sus ojos comenzaron a abrirse tanto que parecían salir de
sus órbitas— ¡¿Torao tiene cáncer?! ¡No! —se abrazó de él sin cuidado alguno—,
¡Torao no puede morir! ¡Marco! ¡Tienes que salvar a Torao! —las lágrimas de
Luffy caían a raudales por sus mejillas, mientras le exigía a su cuñado que
salvara a su amigo.
—Mugiwara-ya,
no me dejas respirar —replicó mientras los demás sonreían con ternura ante la
escena.
—No
seas estúpido, Mugiwara, ¡por supuesto que él no va a morir! —respondió Kid
conteniendo la ira que sentía para no golpearle.
—Lo
haré si no me deja respirar —volvió a replicar en busca de ayuda.
—Luffy,
cariño, debes soltar a Law —habló Hancock con dulzura, pero no surtió efecto.
—Luffy,
suéltale ya, le haces daño —ordenó Sabo con su amable tono de hermano mayor que
Luffy no podía ignorar y le soltó para abrazarse a Hancock, quien comenzó a
acariciar su cabello a modo de consuelo.
Con
ayuda de Marco, terminó por informar a grandes rasgos los diversos pronósticos
posibles y respondió las preguntas que iban surgiendo de forma esporádica
mientras hablaban.
A
su modo, cada uno de los presentes expresó su apoyo y pidieron que, por favor,
se les mantuviera informados del resultado de los exámenes. Al fin y al cabo,
ellos eran su familia, una familia muy grande y ruidosa, formada a base de una
fuerte y duradera amistad.
***
De
camino a casa se quedó dormido con el ronroneo apacible del motor y la música
suave que su novio tenía de fondo.
Kid
iba atento al camino, la verdad es que, aunque no lo pareciera, era un conductor
responsable —tanto así que en la fiesta sólo había tomado cerveza sin alcohol—,
por lo que se dedicaba a observarle dormir cada que les tocaba un semáforo en
rojo, fijándose en cada detalle de sus facciones.
Notaba
el cansancio de Law, las eternas ojeras que adornaban sus ojos estaban más
marcadas que de costumbre, pero, aun así, le parecía un hombre perfecto,
perfecto para él.
Cuando
llegaron al edificio y se estacionaron, Kid bajó del auto y abrió su puerta
para despertarle con suavidad. Se removió despacio en su sitio y le regaló una
sonrisa un tanto somnolienta.
—Lo
siento, te dejé manejando solo —Kid sonrió de vuelta.
—Tonto,
no te preocupes por cosas tan insignificantes —le tendió una mano para ayudarle
a salir—, vamos.
—Que
principesco —se burló Law con una sonrisa, disfrutando ver el rostro
avergonzado de Kid, y aceptó su mano para ponerse de pie—, gracias —dijo para
luego besar su mejilla.
Kid
negó con su cabeza y después de poner la alarma del vehículo caminó abrazándole
por la espalda hasta el ascensor que los llevaría hasta el piso de su
departamento.
Al
entrar, Kid le pidió que tomara asiento en el sofá —sólo dame un minuto y ya
regreso, no te duermas—, vio a Kid entrar en la habitación, se sentó donde le
había indicado y esperó.
Minutos
después, Kid volvió, un poco más ordenado de cómo estaba hacía unos minutos
atrás y carraspeó para llamar su atención. Se veía un tanto abochornado; y
tierno, ante sus ojos.
—Estaba…
—carraspeó nuevamente—, estaba planeando entregarte esto en un “momento
especial” —dijo haciendo las comillas con sus dedos—, quería hacer algo
estúpidamente cursi, que, posiblemente, me dejaría en ridículo —suspiró—, pero
no quiero esperar —se miraron unos segundos a los ojos—, ok. No te rías
—advirtió mientras se ponía de rodillas.
—Kid…
—Trafalgar
D. Water Law… te amo, mucho más de lo que pude haber llegado a imaginar jamás,
y quiero pasar todos los días que me quedan por vivir a tu lado, así que… —aguantó
la respiración, expectante, mientras Kid metía la mano a su bolsillo y sacaba
una pequeña caja de terciopelo negro que terminó por abrir frente a sus ojos.
Sintió que la velocidad de su corazón se disparaba y sus ojos se humedecían
debido a la felicidad—. Law ¿podrías hacerme el hombre más feliz sobre la
tierra y casarte conmigo?
—Por
todos los cielos, Kid… —logró articular antes de lanzarse a sus brazos y
besarle de forma apasionada.
—¿Eso
es un sí? —preguntó entre risas cuando terminaron de besarse.
—No
—negó mientras esbozaba una sonrisa.
—Me
estas jodiendo… —aseguró Kid con el pánico reflejándose en su rostro y no pudo
evitar comenzar a reír.
—Claro
que sí, tonto-ya, por supuesto que acepto casarme contigo —concluyó apoyando su
frente contra la de Kid.
La
sesión de besos que comenzaron en la sala se trasladó hasta la habitación,
donde, a pesar del cansancio, se demostraron lo mucho que se amaban.
***
La
mañana del día domingo la pasaron entre mimos y arrumacos. En el ambiente se
podía respirar la felicidad que sentían los, ahora, prometidos.
—Ya
le dije a Killer que mañana me tomaré el día libre para ir contigo al hospital
—habló Kid mientras le hacía cosquillas en el cuello con la nariz. Estaban
acurrucados en la cama, y Kid le abrazaba por la espalda mientras el jugueteaba
con sus manos en su regazo.
—Mmmm…
—¿Qué
piensas?
—En
que, tendremos que pensar en qué hacer en caso de que necesite tomar algún
tratamiento invasivo…
—¿Qué
hacer de qué? —preguntó Kid con duda.
—Esos,
tratamientos, suelen dejar a los pacientes un tanto… afectados. Por lo que, en
ocasiones, se requiere hospitalización, por los cuidados y las posibles
complicaciones.
—Es
una locura —replicó—, yo puedo quedarme a cuidarte.
—Eso
sí es una locura. No puedes dejar de lado tu trabajo.
—Claro
que puedo, soy el jefe —replicó nuevamente.
—Y
precisamente por eso no puedes. Tienes responsabilidades, y no las dejarás de
lado por mí.
—Haría
lo que sea por ti, mataría por ti, pídeme que mate por ti —no pudo evitar reír
ante la referencia y negó mientras se soltaba de su agarre para mirarle de frente.
—Hablo
en serio —Kid hizo una mueca de desagrado que le pareció adorable—, si o si
tendré que pasar algunos periodos de tiempo en el hospital… —Kid suspiró y le
acomodó el cabello por detrás de la oreja, mientras le miraba con ternura —se
sentirá extraño ver a mis compañeros de trabajo desde el otro lado… ¿Sabes a lo
que me refiero?
—Sí,
creo que lo entiendo —Kid se impulsó un poco hacia adelante para atraparle en
un abrazo y respiró profundo—. Entonces, iré a verte todos los días.
—Te
estaré esperando en el horario de visitas.
—¿No
hay posibilidad de que tengas visitas extendidas? ¿Algo así como un beneficio
por ser trabajador del hospital? Visitas maritales, como en las cárceles —no
pudo evitar reír nuevamente—, ¿Puedo hacerte una confesión?
—Claro,
te escucho.
—Tengo
miedo —respiró profundo y sintió como un escalofrío recorría su columna
vertebral al oír sus palabras—, me aterra la idea de perderte.
—Kid…
—Cuando
te dije que quería pasar el resto de mis días a tu lado, lo decía en serio. Así
que no puedes morir antes que yo ¿Entendido?
—No
hagas eso, sabes que no puedo prometer algo así —dijo algo desanimado. Estiró
uno de sus brazos y leyó las letras tatuadas en su mano—. En este minuto mi
vida no está en mis manos —se deshizo con cuidado el abrazo y tomó las manos de
Kid entre las suyas—. Para expresarlo, en otros términos, ahora soy como uno de
tus clientes: Te llevo mi auto, me dices que es lo que tiene y me presentas el
plan de trabajo, yo puedo decidir qué se hace y qué no, pero que quede bien es
tu deber, no mío. Así que, espero llegar a manos de un buen mecánico.
Kid
se perdió por unos instantes en los orbes grises de Law, lo amaba, amaba todo
de él, no podía pensar en algo que le desagradara de su persona. Su actitud,
sus gestos, su forma de expresarse y desenvolverse… ¿Qué haría si algo salía
mal? No, definitivamente no podía, ni quería, pensar en eso.
—Está
bien, entonces buscaremos un buen mecánico —besó su frente—, pero ahora es
tiempo de cocinar. ¿Qué quieres comer hoy?
—Lee
mi mente —pidió Law con una sonrisa mientras se estiraba.
—Mmmm…
—Kid se llevó las manos a la cabeza de forma pensativa— ¿Pescado a la plancha
con arroz?
—Amo
que leas mi mente.
—Lo
sé, tus ojos sonríen cuando lo hago.
—Eres
tan cursi, Eustass-ya —dijo risueño mientras se ponía de pie.
—Hace
siglos que no me llamabas así.
—En
ocasiones es bueno recordar nuestros inicios —le dio un fugaz beso en los
labios—. Iré a darme una ducha.
Kid
sonrió y se encaminó a la cocina mientras Law entraba al baño. “Nuestros
inicios…” pensó mientras comenzaba a cocinar y sonrió al recordar que, en su
primer encuentro, lo primero que hicieron fue discutir y mandarse a la mierda.
De eso ya habían pasado 8 años y en unas semanas más cumplirían 5 años de
noviazgo. Sus amigos iban a matarlo por haber arruinado la petición de
matrimonio que tenía preparada —creo que debería avisarles que ya no es
necesario seguir ensayando—, se dijo a sí mismo con una gran sonrisa al ver el
anillo en su mano.
***
Kid
entró a la habitación al mismo tiempo que él salía del baño. Llevaba una toalla
a la cadera y con otra se secaba el cabello. Kid le miró con sorpresa y se
acercó a él con evidente preocupación.
—¿Qué
pasa?
—¿Puedes
darte la vuelta?
—¿Qué?
—Que
te gires un poco —le tomó con suavidad del hombro para indicarle hacia dónde y
observó su cuerpo con detenimiento.
—¿Qué
tanto ves? —le miró extrañado.
—Creo...
Creo que anoche fui más brusco de lo que debería...
—¿Qué?
—abrió la puerta del armario y se miró en el espejo de cuerpo completo. Los
dedos de Kid estaban marcados en su cadera. Tocó con detenimiento los
moretones, prácticamente no dolía. Suspiró —tranquilo, no fuiste brusco, esto
es… normal…—, le dedicó una sonrisa, pero Kid no se veía convencido de sus
palabras —hey, está bien, no es algo tan grave.
—Se
ve doloroso.
—No,
no duele. Solo se ve… algo feo. Pero no duele —la expresión de preocupación
seguía presente—. Kid, te estoy diciendo la verdad, no duele —agregó nuevamente
mientras se ponía una camiseta.
—Está
bien —dijo con algo de pesar—. Ya le falta poco a la comida.
—Entonces
terminaré de vestirme, tengo hambre —Kid sonrió ante lo último, le alegraba
saber que por lo menos su apetito había regresado.
—Ok,
te espero en la cocina —besó su frente y salió de la habitación.
***
La
comida estaba realmente sabrosa, y así se lo hizo saber a Kid, quien sonrió
satisfecho y feliz ante sus palabras.
—Quiero
ir a un lugar después de comer… —soltó de repente.
—¿Dónde
quieres ir? —preguntó Kid con curiosidad.
—Al
cementerio —Kid se atragantó con su comida y comenzó a toser. Con calma, le
acercó un vaso con jugo para que bebiera.
—¿A
qué quieres ir al cementerio? —preguntó con algo de ansiedad cuando logró
despejar su garganta.
—Quiero
visitar a Corazón —le sostuvo la mirada y asintió.
Kid
sabía que ese hombre había sido importante en la vida de Law, pero él jamás le
había pedido que le acompañara a visitar su tumba, por lo demás, no conocía
todos los detalles de su historia, así que no sabía cómo sentirse respecto a
ese sujeto, aunque, tampoco es como si importara realmente.
***
El
cementerio en el que descansaban los restos de Corazón era como un gran parque
en el que predominaba el color verde. Compraron un racimo de flores en la
entrada y Kid siguió a Law en silencio, el lugar podía ser hermoso, pero no terminaba
de gustarle.
Se
detuvieron frente a una lápida de mármol. “Donquixote Rosinante (Corazón)” se
podía leer en una bella letra cursiva junto a las fechas de nacimiento y
defunción.
—Hola,
Cora-san, perdón por dejar pasar tanto tiempo desde la última vez —habló
mientras comenzaba a cambiar las flores con ayuda de Kid—. Sabes que
generalmente vengo cuando tengo cosas importantes que decir y precisamente hoy
es uno de esos días —se tomó unos segundos antes de continuar—. Tengo dos
noticias, una buena y una mala. Como sé que te gustan los finales felices,
comenzaré por la mala.
Kid
le observaba con atención, podía notar el cariño que reflejaban los ojos de
Law. Era poco usual que le hablara con tanta calidez a alguien que no fuera él.
—Estoy
enfermo —continuó—, al parecer es la misma enfermedad que tenía Lami, pero no
puedo asegurarlo todavía. En fin, quiero creer que todo saldrá bien, así que,
por favor, no te preocupes demasiado —agregó con una sonrisa mientras encendía
un incienso y se ponía de rodillas.
Kid,
quien no estaba acostumbrado a visitar ese tipo de sitios, decidió imitarle y
se arrodilló a su lado. Law le regaló una sonrisa, le tomó de la mano y
entrelazó sus dedos —yo creo que ya lo preocupaste, mejor cuéntale la buena
noticia.
—Oh
si… Kid ha tenido la desfachatez de pedirme matrimonio. ¿Puedes creerlo?
—¡Oye!
—se quejó.
—Y
como le he dicho que sí he decidido que ya era tiempo de presentártelo como
corresponde —apoyó su mano libre en el mármol—. Lo amo, Cora-san, y me hace
inmensamente feliz —finalizó mirando a Kid a los ojos.
—¿Debo
pedir su bendición? —preguntó Kid y Law negó divertido.
—No
creo que sea necesario. Corazón no es mi padre, pero si fue una de las personas
más importantes de mi vida. Él me enseñó que, a pesar de todo lo malo que hay
en el mundo, y a pesar de las dificultades que puedas encontrar en el camino,
siempre debes seguir adelante, sacando lo mejor de cada momento. Y en este
momento, lo mejor de mi vida, eres tú, Así que quería presumirte ante él —Kid
se sintió sobrecogido ante sus palabras.
—Ok…
entonces, Corazón —habló con decisión—, me hubiera gustado conocerte en vida,
lamento que no haya podido ser. De todas formas, aprovechando que estoy aquí,
quiero hacerte una promesa —tomó aire—. De hoy en adelante, sin importar las
adversidades, dedicaré mi vida a hacer que Law sea feliz —terminó, dejando un
beso en la mano que Law llevaba su anillo.
El
camino de regreso a casa fue agradable, pasaron a comprar unos “snacks
saludables” y al llegar se acurrucaron en el sofá a ver una película. Law, a
pesar de su palidez, se veía feliz y eso para Kid era una buena señal.
Continuará… >>




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